viernes, 14 de enero de 2011

Capítulo 2

Hay que salir adelante

Los días pasaron, las semanas y los meses, era extraño tratar de acostumbrarse de nuevo a este ambiente, acostumbrarme a levantarme en las mañana y que Puppy me de los buenos días con ladridos y brincos. Al mes que tenía en Venezuela decidí hacer algo por mi vida, ya que el encierro me estaba matando. Tomé un curso de italiano, por qué italiano? Creo que es algo obvio… era una forma de sentirme cerca de Simon y los días que estaba libre iba a la librería de los papás de Elizabeth a ayudarlos un poco, siempre me mantuve ocupada para distraerme y sentirme útil además que no soportaba estar en la casa porque detestaba ver a mi mamá triste.

Una noche llegué a casa luego de terminar mi turno en la librería, estaba muerta del cansancio, la vista me ardía de tanto trabajar en el computador con la contabilidad, ya veía números por todos lados

-Hola Alex, cómo te fue hoy?_ mi mamá me recibió en la puerta y me llevó acompañó hasta la cocina como de costumbre y me sirvió un vaso con jugo de naranja

-Bien mami, llena de trabajo en la librería, hoy llegaron unos pedidos y bueno, te imaginarás_ Qué hiciste de cena?

-Lo típico…_ se paró en seco y se me quedó viendo de una forma muy extraña_ Hoy es viernes…_ me levanté de la silla a la cocina a servirme la cena, ya sabía por donde venía la pregunta

-Y que con eso? Que hay de especial hoy?

-Alex…_ me tomó por el brazo derecho y me volteó hacia ella para verla a los ojos_ … ya han pasado 8 meses desde la muerte de Andrés y Simon y yo la verdad no veo que evoluciones mucho, tienes que salir y divertirte un poco, lo único que haces es estudiar y trabajar de una forma muy pesada…

-Mamá! No empecemos otra vez con lo mismo

-Alexandra, nos preocupas a todos, haces un esfuerzo sobre humano por aparentar que no te afecta, pero todos sabemos que no es así. Evidentemente no eres la misma muchacha alegre que llenaba esta casa de risas, la que inventaba loqueras, la que siempre tenía una sonrisa que brindar. En todo este tiempo que llevas aquí no has visto a tus amigos más que a Elizabeth y Eduardo, no has hablado con tus amigos de Estados Unidos, incluso ese muchacho Adam ha llamado para saber de ti y tú no quieres atenderlo_ apenas mi mamá nombró a Adam sentí que un vapor recorrió todo mi cuerpo hasta llegarme hasta la cabeza

-Yo le dejé bien claro a Adam que no quería saber nada de Sioux Falls ni de él mientras estuviera aquí, así que no veo el por qué atenderlo

-No puedes culparlo por preocuparse por ti

-La verdad no, pero fui muy clara con él_ sentía una mezcla de sentimientos entre rabia y nostalgia

-Cuándo planeas regresarte a Estados Unidos?

-Todavía no lo sé

-Debes poner de tu parte también. Alex yo soy feliz teniéndolas aquí con nosotros, no tienes idea de la falta que me hace tu hermano y del dolor que aun siento, pero ya pasó el tiempo y me siento mucho mejor. Por tu papá y por mi no deben preocuparse, ya pasamos la etapa dura, ahora por quien estamos preocupados es por ti, incluso Adriana, Elizabeth y Eduardo. Te ves “bien”, pero no lo estás no eres la misma, ya no sonríes, no te arreglas, no te maquillas, no sales a divertirte. Yo creo que ya es hora de que se regresen a Estados Unidos a continuar la universidad y sus vidas allá

-No estoy tan segura de eso, además cual es la prisa?

-Que tienes miedo de regresar, ese es todo el problema_ me quedé petrificada ante aquella afirmación de mi mamá y yo sabía que en el fondo era cierto todo lo que me decía

-No lo sé mamá, por ahora estoy bien aquí y ya veré cuando regresaré_ terminé de servir mi cena y me fui a descansar a mi habitación.

Pasaron varios días y la conversación que tuve con mi mamá me continuaba fastidiando en la mente, mi actitud y mi postura era neutra, inexpresiva totalmente, es como si estuviera bloqueada y por más que me costara admitirlo, ya no sonreía, pero tampoco lloraba y tal vez eso era lo que le preocupaba a todo el mundo.

Una tarde llegué temprano a casa porque no me tocaba trabajar, sólo pasé por la librería de los papás de Elizabeth buscando un libro que necesitaba de italiano que había dejado unos días atrás; mi mamá había salido a hacer unas compras, subí directo a mi habitación, venia muriéndome del calor; me di una ducha larga. Salí del baño y Adriana estaba buscando algo en la gaveta del escritorio

-Hola Adri…_ le dije mientras abría mi closet para buscar que me iba a poner

-Hola Alex, oye necesito hablar de algo contigo. Tienes tiempo?_ fruncí el ceño en señal de sorpresa, lo único que pedía es que no me volvieran a armar otro sermón

-Si, claro… cuéntame_ me vestí y Adriana se sentó en mi cama

-No es una consulta sino una notificación lo que te voy a decir…_ ahora entendía menos de que me iba a hablar

-Adriana habla de una vez, que sabes de sobra que detesto los rodeos

-Me regreso a Sioux Falls dentro de 15 días_ me paré en seco y volteé a verla

-Cómo que “te regresas”?

-Si, en realidad estoy aquí todavía esperando a que te decidas a regresarte tú también, pero la verdad es que no das señal de ello. Necesito continuar la universidad, y creo que tú también debes hacerlo, además de tu trabajo. Si me preguntaras, te diría que ya es hora de dejar esa actitud de autosuficiencia y de tapar a la fuerza el dolor que sientes, pero ya no te digo más nada, creo que hemos conversado lo suficiente y no me importa regresarme sola, allá estaré cuando decidas regresar_ nunca había visto a Adriana tan seria en todos los años que llevo de vida. Se levantó y yo no pude pronunciar palabra alguna, de hecho me hice la desentendida y continué vistiéndome y ella salió de la habitación.

De alguna forma me sentía presionada por la nueva situación, y por alguna estúpida razón Adriana hacia eso porque ella sabía que me iba a terminar yendo con ella, ella sabía de sobra que no la dejaría sola, sabía cómo manipularme y eso me enervaba.

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